La naturaleza nos ofrece maravillosos regalos para recuperar el equilibrio, la salud y el bienestar. A pesar de que la ciencia ha avanzado de forma increíble en los últimos tiempos, el hombre nunca dejará de confiar en aquellos productos que provienen directamente del vientre de la tierra o que nace de la propia dinámica de la interacción del ecosistema.
El ejemplo perfecto de esto es la miel cruda, una savia que nace del delicado trabajo que hacen las abejas con las flores. Utilizada desde tiempos muy remotos como endulzante natural a la que, poco a poco, se le ha ido adjudicando ciertas propiedades, gracias a profundas investigaciones que arrojan resultados sorprendentes.
Hoy en día, se conocen diversos tipos de miel que aportan grandes beneficios para la humanidad. Una de las más destacadas es la que viene de la flor de brezo, que se caracteriza por un color rojo oscuro, que revela su autenticidad en el mercado. Esta sustancia se destaca por tener un sabor semidulce y un ligero toque amargo que despierta sensaciones increíbles en el paladar.
Generalmente, se consigue en el norte de España, aunque también es posible encontrarla en la zona sur o centro de este país. Hasta ahora, es considerada como una de las mieles con mayor número de beneficios por su alto contenido en minerales, que se traducen en una calidad de vida insuperable.
¿Cómo consumir esta miel?
Los expertos de las artes culinarias suelen emplearla para endulzar infusiones, postres y platos de la alta cocina. Indudablemente, otorga un sabor maravilloso a las comidas por presentar un contraste claro.
Fuera de esta materia, se puede usar como un ingrediente para recobrar la lozanía del rostro. Al diluirla en leche tibia se transforma en una loción para el cuerpo y la cara, que revitaliza la epidermis.
Y si buscas un cicatrizante natural, este es el elemento ideal porque cicatriza y desinfecta las quemaduras simples o cortes pequeños. Además, se convierte en una barrera protectora en contra de posibles infecciones.