Si hay algo que le gusta hacer al hombre es descubrir nuevos ambientes, objetos e ideas, categorizándolos minuciosamente para preservar el conocimiento adquirido. Las grandes bibliotecas del mundo y el vasto océano de información digitalizada atestiguan que un concepto puede aparecer en cientos de lugares diferentes.
Tanto es así que aunque antes se consideraba una habilidad valiosa mantener en mente el máximo de conocimientos posibles, ahora lo importante es identificar lo que no sabemos, determinando la mejor manera de encontrarlo, sin perdernos en el camino con inútiles distracciones.
Por ejemplo, cuando se habla de finanzas, se necesita investigar los conceptos que no se enseñan en las universidades, entre ellos las formas principales de ganar dinero:
- La primera y más conocida es el empleo. Intercambio de tiempo y esfuerzo por la realización de unas tareas repetitivas que rara vez exigen mucha creatividad, bajo la guía de un supervisor.
- Luego están los autoempleados. Personas que son sus propios jefes y suelen tener oficios de prestigio. Para nadie es desconocido que médicos y abogados tienen buenos ingresos, pero al depender de sí mismos, terminan siendo vulnerables.
- Un paso más allá se encuentran los dueños de negocios. Quienes propiamente dan las órdenes o guían al equipo y cuyas ganancias resultan proporcionales a la disciplina e iniciativa que deben mostrar para llevar la oportunidad comercial adelante, es decir, considerables.
- Y por último, los inversionistas, que cual agricultores, riegan con el capital un proyecto naciente hasta que madura y cosechan los frutos.
En esos mundos no es inusual escuchar términos como 1000 Extra y promesas de que quien no tenga temor de aprender y perseverar hallará las herramientas necesarias para triunfar en una economía voluble y dinámica. Al final es solo cuestión de saber dónde buscar y que conservar, aplicar lo aprendido y no olvidar que los errores constituyen las gradas de la escalera al éxito.