La salsa de tomate se ha convertido en uno de los principales productos de consumo dentro de los hogares por el sabor y la diversidad que aporta a todo tipo de preparaciones. Lo más común es comprarla envasada y lista para servir porque es lo más rápido, fácil y cómodo. Sin embargo, también se pueden preparar versiones caseras exquisitas para disfrutar en todo tipo de recetas.
Para los amantes de la buena gastronomía, la salsa de tomate representa mucho más que un simple condimento. Es una mezcla de altísimo valor que aporta riqueza, dinamismo y versatilidad a las distintas preparaciones. Su origen está establecido en América, cuando los indígenas cocinaban los tomates silvestres. A medida que ha ido pasando el tiempo se ha modificado hasta obtener las versiones más sofisticadas y deliciosas.
La salsa de tomate se consigue, sin ninguna dificultad, en ferias, supermercados y abastos. Además, existen diversidad de marcas que varían en algún punto en su sabor y consistencia, permitiendo que cada quien elija la que más le resulte conveniente.
Incluso, existen variaciones que apuestan por ofrecer un distintivo importante de sabor con el añadido de ingredientes específicos en su preparación, como el chile fresco. De esta forma, no solo se disfruta de una exquisita salsa, sino que también se obtiene ese sabor picante que a muchos les encanta. Lo importante, en todo caso, es elegir una salsa de tomate que se elabora con tomates frescos, sin conservantes.
Ingredientes básicos para preparar salsa de tomate
Cuando nos internamos en nuestras propias cocinas, siempre merece la pena reunir los ingredientes correctos que faciliten obtener una salsa deliciosa. Los tomates son el protagonista de esta historia y deben estar bien maduros porque eso permite obtener un sabor más profundo. En cuanto a la variación del tomate, se puede usar cualquiera, siendo preferibles el tomate pera o el roma.
Los añadidos que se pueden usar en la preparación ayudan a dar mejor sabor y consistencia. Los básicos son cebolla, ajo, aceite de oliva y sal. Además, siempre se podrá generar otro tipo de sabor gracias al uso de hierbas aromáticas, como el orégano, el laurel o la albahaca.
La preparación
Ahora bien, después que se tienen los ingredientes listos para iniciar la preparación, viene el momento de decidir cuál técnica se utilizará. Las ideales son:
- Por cocción normal: en esta técnica lo que se hace es saltear la cebolla con el ajo en aceite de oliva y después se añaden los tomates en trozos junto con sal y alguna hierba que se haya seleccionado. Esto se coloca a fuego bajo y se deja cocinar hasta obtener la salsa espesa.
- Horneado: otra opción es trabajar la salsa directamente en el horno. En este caso, se colocan los tomates enteros y se sazonan con sal, aceite y las hierbas aromáticas. Se dejan cocinar a fuego bajo hasta que la piel se desprenda. Para finalizar, se retiran y se licúan para una deliciosa y suave salsa.
La salsa de tomate es muy versátil en la cocina y su uso inicia en la versión normal para añadir a sándwiches, perritos calientes o hamburguesas. También es posible utilizar en la preparación de carnes o aves al momento de marinar, estofar o asar. Este uso es usual, al mismo tiempo, en la preparación de verduras.
No obstante, las dos variaciones más frecuentes de salsa de tomate son las bases para salsas de pasta, como la boloñesa o la marinara, incluso es útil cuando se va a incorporar crema más tarde para una textura más suntuosa. El segundo uso clásico es en pizzas, ya que es la base más utilizada para lograr propuestas deliciosas con casi cualquier otro tipo de ingrediente.
La salsa de tomate es un ingrediente maravilloso para consumir en el día a día. Gracias a que tiene un sabor intenso y versátil, se ha convertido en un elemento indispensable en cualquier cocina. Es importante conservar las versiones caseras en frascos esterilizados y en conveniente refrigeración.